11-13 de mayo – Chile por fin!

11-13 de mayo:

Punta Arenas es una ciudad interesante. El centro es hermoso.  Tiene calles anchas, muchos árboles (de varios colores en esta época), está al lado del Estrecho de Magallanes y hay unas montañas atrás. La plaza principal es una de las más hermosas que he visto en tiempos.  Todo muy limpio y prolijo, bancos por todas partes si uno quiere sentarse (vean al perro abajo, él sabe aprovechar) pero con el frío que hacía, no muchos se quedaron afuera. A la vez, hay muchas casas abandonadas, mucha basura por las calles cuando se aleja del centro por la carretera y tiene algo triste.  O quizás lo digo por el clima…todo gris y frío.

Se siente bien estar en Chile!  Es algo nuevo, el acento del sur me encanta. La gente ha sido muy amable, tranquila aunque quizás un poco más reservado que en otras partes.  Igual, con el clima, y con tantos mochileros, tiene sentido.  Y eso sin hablar de los generosos que fueron mis anfitriones!  Karla y Jorge son increíbles! Llegué a Punta Arenas y me sentí en casa enseguida.  Ya les extraño, pero sé que les volveré a ver.  Esta zona, la gente, la naturaleza, las banderas de Magallanes por todas partes…es algo especial.

Al llegar a otra ciudad, siempre me interesa ver cómo funciona el transporte público.  Acá hay buses por 330 pesos nomás, y cobran menos si eres estudiante.  También hay unos taxis colectivos que tienen sus rutas, y cobran 450 (500 de noche) sin importar a qué parte de la ruta vas. Eso me parece genial.  Así la gente puede viajar juntos, irse rápido y ahorrar. Te metes en un taxi al lado de unos desconocidos, quizás conversan, quizás no, pero se mueven juntos y se escapan del frío, porque sí…es un frío tenaz.

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Uno de los destinos turísticos es el cementerio. Es lindo, pero después de pasar tanto tiempo en el cementerio de Recoleta en Buenos Aires, no me impresionó tanto.  Además, no había gatos, entonces, hay que bajar unos puntos por eso 😉 El Museo Salesiano vale la pena visitar, sin duda.  Ofrece mucho, de fauna de la región, de la historia de los salesianos en la zona, pero lo que más me impactó fue la información acerca de las comunidades indígenas de la región.  AQUÍ puedes ver un poco más de información.

Pasar unos días en Ushuaia, ir en el catamarán y recorrer un poco por el Canal Beagle y después leer acerca de los pueblos originarios y ver fotos/videos…es indignante. Es triste.  Y me extraña porque ha pasado en tantas partes.  Me interesa muchísimo, y quiero leer más acerca del tema.  Pero me hace pensar también en lo ignorante que soy (somos) en Los Estados Unidos, y en California, en cuanto a este tema.  Sabemos muy poco, pocas veces (o nunca) reconocemos que estamos en tierra robada.  Pero puedo hablar de eso mejor en otro post.  Visita el museo, explora la historia y cultura local y pasa por Punta Arenas.

 

10 de mayo – Ushuaia a Punta Arenas y el mejor bienvenido a Couchsurfing posible

10 de mayo:

Qué sueeeerte tengo.  Pero, llegaremos a eso.  Primero, a las 4:25 am me desperté con Chubaca dormido por mis piernas. Todo silencioso, calientito, no me quería ir, pero era hora.  Tuve que despedirme de mis amigas de Ushuaia e irme a la parada del bus.

Me dormí enseguida.  Tres horas y llegamos a Río Grande.  Plano, frío, no hay mucho que ver si uno tiene dos horas para esperar.  Compré un té y unas facturas y por suerte una chica que trabajaba en la estación era amable y pudimos conversar por un rato.  Así pasa el tiempo, uno conoce a otro, aprende, comparte y todo fluye mejor.  Me contó de cómo se adaptó de la vida en Salta a vivir en en sur.  Se ocupa con el trabajo y el gimnasio.  La rutina es importante me dice.

El siguiente bus me lleva de Rio Grande a Punta Arenas, Chile.  En el camino, conozco a una médica de Rosario y un viajero de Francia. Nos hacemos amigos en el buque que cruza el Estrecho de Magallanes.

Las doce horas del viaje pasaron rápido, con momentos dormidos mezclados con vistas de pampa y guanacos.  En la plaza de Punta Arenas, llega Karla, la anfitriona de Couchsurfing, y vamos a la casa.

Hubiera sido imposible pedir más.   La casa acogedora y cómoda, Karla y Jorge, su hermano mi hicieron sentir bienvenido enseguida, y dos cineastas que se estaban quedando también, llenamos la casa.  Tomamos unos mates, unos amigos pasaron por ahí con una pizza y cervezas (Austral, qué buena) y la pasamos riéndonos y hablando de Chile, de viajar, de lo lindo que es el sur del continente.

Y me pasó ahí lo que me pasó en Uruguay.  Llego a un lugar después de ver un mapa, pensando que hay unos puntos de interés.  Y luego, después de hablar con los residentes del sitio y ver alrededor mío, me doy cuenta que hay mil lugares más por explorar.  Y la gente, la gente que conozco que abre su casa, su corazón, su mente y comparten todo.  Es lo que más disfruto y más aprecio de estas experiencias.

 

9 de mayo – Ushuaia no quiere que me vaya

9 de mayo:

Esta ciudad hizo todo lo posible para que me quedara.  Quiso convencerme, y quería dejar que me convenciera. Hacía un sol espectacular, las montañas se veían más nítidas que nunca, no hizo tanto frío como los días anteriores…y la tarde!  Qué tarde!

Sin embargo, tuve que comprar mi boleto para Punta Arenas. Me obligué.  Sé cómo soy. Sé que me gusta viajar y conocer bien un lugar, los lugareños, el léxico local y los perros de la calle antes de irme. Y si hago eso, un viaje a Caracas de tres semanas se vuelve uno de tres meses. Nueve meses en Ecuador se vuelve cuatro años.  Una semana en Buenos Aires se vuelve un año.  Hay un patrón aquí.  Se repite.

Ya con el boleto en la mano, comí un desayuno de mate por el puerto, viendo cómo los barcos y la cordillera se reflejaban en el agua.  Salí a correr (seguro en el lugar más austral que voy a correr en mi vida).  Jamás había corrido con un paisaje así de nevados y agua que me acompañaban con cada paso.

 

Por la tarde (ah, esa tarde) fui con Edit y Noé al Parque Nacional Tierra del Fuego.  Qué suerte que tuve de tener dos anfitrionas/amigas así, que estaban dispuestas a ser guías de la zona también!

Suponía que el parque nacional era lindo.  Lindo, con árboles, unos arroyos, unas montañas por ahí…pero superó mil veces lo que esperaba.  Llegamos al Lago Acigami, entre Chile y Argentina, cuando el sol iluminaba todas las bancas de la orilla.

Tomamos unos mates, filosofando y tomando el sol. Seguíamos explorando el parque hasta que bajó el sol, pasando por el final de la ruta 3, Bahía Lapataia y la Cascada del Río Pipo, esquivando a unos caballos sueltos para volver a Ushuaia.  No recuerdo cuántas veces pensé “Tengo que volver a este lugar. Tengo que venir acá otra vez.  Un día no es suficiente para procesar todo esto.”

 

Unos treinta minutos en auto y estábamos en Ushuaia otra vez.  Me quedé dormido al llegar por una siesta urgente, hice la mochila y pedimos una pizza y empandas de Doña Lupita…unas de las mejores que he probado, perfecto para terminar mi estancia en el fin del mundo.

No sabía si ir a Ushuaia o no.  No sabía si me iba a aburrir después de un día, o dos, en la ciudad.  Ahora solo siento que tengo que volver.  Las vistas, los senderos (unos accesibles desde el centro), el parque nacional, el puerto, playa larga, tantas cosas que me dejaron sin palabras, sin la capacidad de procesar lo que veía.  Muchísimas gracias a Edit y Noé por compartir su hogar tan acogedor y cómodo, y los dos perritos también.  Es aislado, sí, y uno se siente lejos de todo.  Quizás por eso me gustó tanto, no sé.  No sé cómo sería vivir en Ushuaia todo el año, pero sé que volveré, eso sí.

Una sorpresa

Me sorprende que las páginas web de Chile sean .cl y no .po

Ushuaia -8 de mayo – El camino del medio

A veces me gusta explorar los lugares nuevos de manera desorganizada. Sin plan, sin mapa, sin una idea hacia adónde voy. Lo que más me acuerdo fue cuando hice eso en Baños, Ecuador. Encontré un sendero hermoso que zigzagueaba por la montaña con una vista impresionante del río, la ciudad y el volcán Tungurahua.

A veces parece una pérdida del tiempo. Uno llega a una cerca que no te deja pasar, un bosque impenetrable, una vista cualquiera. Pero, trae sus frutos también. Es una aventura y no se sabe lo que una va a encontrar. Puede ser un sendero, un restaurante, una galería de arte, o tu mejor amigo. Son cosas que no encuentras con un tour, con todo planeado y repetido día tras día.

Hoy, salí con ganas de caminar, pero sin las ganas de pagar para que un taxi me llevara a alguna parte. Salí para arriba, viendo bosque rojo y nevados sobre la ciudad. Seguro había algún camino.

La suerte, qué linda que es. Después de caminar unas diez cuadras hacia arriba, me di con un camino que me llevaría al camino del medio- un sendero que sube por el bosque y sube la montaña.

Adentro, me encontré en un bosque denso de árboles rojos y anaranjados, cortado por un río de agua helada y cristalina. No pude ver mucho más por unos 45 minutos a una hora, hasta salir al otro lado. Y al otro lado, me encontré con nieve! Estaba subiendo la montaña de verdad.

Seguía caminando hacia arriba, dejando que la nieve devorará mis pies y la mitad de mis pantorrillas. El crujido rico rompía el silencio total, como el que había escuchado mibprimer día acá por playa larga. Mar y montaña, qué combinación!

Subí hasta que la hora me empezó a preocupar, y el hecho de qué estaba solo. Miré la vista, disfruté del silencio y llené mi botella con nieve para tomar. El tiempo nunca es suficiente para absorber todo lo que uno observa en esos momentos. Los ojos no son capaces de caprurarlo, o quizás la mente simplemente no puede procesarlo. Me vuelvo consciente de eso cuando estoy frente los paisajes como los que vi hoy. Tanta belleza da un toque de tristeza. O quizás soy yo nomás. Los colores de las hojas, el cielo reflejado en el mar, los ángulos casi verticales de los nevados, un TONO gris de fuerza, de aguantar y luchar por miles de años contra la gravedad.

Renovado, y exhausto a la vez, mis pobres rodillas lograron llevarme a casa. Una linda cena con las chicas del departamento nos dejó conocernos más, y conversar de lo lindo que es viajar. Mañana, pensamos ir al Parque Nacional Tierra del Fuego. Primero tengo que comprar mi pasaje para ir a Chile el martes. Ahora, a ver cómo amanecen estas patas.

Ushuaia – 7 de mayo – Viejo aeropuerto y el catamarán

Día dos en Ushuaia. Me desperté “temprano,” tipo ocho y media, y entré a explorar los tesoros de una pequeña panadería. Salí con dos escones, dos tortas fritas, un chocolate caliente y una sonrisa grande. Iba a tomar el catamarán del Canal Beagle de las 10am, pero debido a la neblina baja que cubría el pueblo y tapaba las montañas, decidí tomar el catamarán de las 3:30pm. Así que pasé la mañana explorando la pequeña península (creo que la puedo llamar península) del viejo aeropuerto.  Ahí, sentado frente al puerto, desayuné con los patos.

La neblina y el sol crearon un efecto natural y majestuoso sobre el agua.  De ahí, chocolate en la barriga y manos heladas, fui caminando por la península. Saludé a las aves que andaban por el pasto viendome de reojo, y tomé fotos de las montañas y los caballos.  Fue una mañana tranquila, llena de vistas impresionantes y chocolate!  No sabía lo que me esperaba por la tarde.

 

Después de una tarde frustrándome por la falta de atención de las empresas de buses, y la realización de que no voy a poder tomar el bus del lunes sino el martes (ojalá), me fui al puerto a subir el catamarán.  Un viaje por el canal Beagle, viendo la isla de los lobos, la isla de los pájaros, una caminata de veinte minutos sobre una isla desolada y el faro del fin del mundo! No pude hacer más que tomar foto tras foto y pasar las dos horas + arriba dando vueltas, viendo montañas, mar, pájaros, montañas, lobos marinos, faro, isla, isla, montañas!  No sabía qué esperar, pero valió la pena sin duda alguna. Después de tanto tiempo en la gran metrópolis de Bs As, tanta naturaleza me deja sin palabras!

Hay más que hacer en esta ciudad de lo que me imaginaba. A ver qué trae mañana.

Ushuaia – May 6 -El viaje empieza

Today was day one of my trip from Buenos Aires to the south. A 2am talkative taxi took me to the aeroparque for my 4:25 flight. Little spurts of sleep in awkward, uncomfortable positions before preparing for landing and seeing an crimson sunrise.

Ushuaia is a beautiful little city on the Beagle Channel, surrounded by snow-capped mountains and water. It is a welcome change from busy Buenos Aires, so I can’t wait for some more nature.

Day one’s main activity, after settling in to the airbnb and getting o know my hosts and their two dogs, was a walk with Noé (host/ new friend) to Playa Larga. It was also an opportunity to see what the local buses are like (three bus routes in town, after the hundreds if not thousands in Bs As) and hitch hike for the first time on the trip. I stuck my thumb out hesitantly and after five seconds, we were in a truck. First car stopped, and we were dropped off at the end of the Playa Larga path.

With the mountain between us and the town, there was absolute silence. All I heard were birds, their wings flapping on the surface of the water, occasional groups of sea lions coming up for air, and our feet on the ground. It took me several minutes, standing still and looking out at the mountains, to process the lack of noise. I was in awe, and I can’t remember the last time I had that feeling hit me so forcefully.

As I was planning my trip, I wasn’t sure if three days here in Ushuaia would be too many. Would I get bored? Is there enough to do? Now I’m not sure if three days will be enough. But, knowing the kind of traveler I am…it’s never enough.

Ushuaia made an incredible first impression. The air stings slightly on your skin, the air is pure, and the views absorb you completely, forcing you to focus on the present. Friendly, generous hosts with two adorable dogs and a warm monoambiente to share, stunning views and a handful of Autumn activities should make the next few days great!